LA EDUCACIÓN
Hay que distinguir entre educación y adiestramiento. No hablaremos aquí del adiestramiento, una educación superior especializada en unos ámbitos muy concretos y que requiere una buena educación de base.
Vamos a dar aquí
unas nociones generales sobre aquella educación que requiere nuestro
collie para vivir y convivir
en sociedad. Esta educación debe ser progresiva, como todo, e impartida
dentro de un clima de afecto. La insistencia, la repetición de la misma
palabra en el mismo tono ante la misma circunstancia, son los únicos
traductores que pueden llegar a su comprensión sin lesionar su ánimo.
Durante el período
de educación (desde cachorro hasta los 12 meses) enseñaremos al
collie a interpretar su nombre, a venir a nuestra llamada, a respetar las plantas,
los muebles, los objetos..., a tratar a las personas amigas y ajenas, y sobre
todo a vivir estos momentos de corrección y buen comportamiento con alegría
y sin cohibiciones de ninguna clase, es decir, le enseñaremos a conseguir
una tal
adaptación a las costumbres que suponga para él la cosa más
natural.
Existen libros que nos pueden ayudar a hacer ejercicios sobre cómo acudir a la llamada, el uso del collar y la correa, la salida a la calle, el trato con personas ajenas a la familia, el sentarse o quedarse quieto, el ladrar o callar cuando se lo ordenamos, etc
Pero lo más
importante es ganarnos su confianza y amistad. Desde el primer día. Hemos
de actuar con inteligencia y comprensión para utilizar la facultad de
adaptación que tiene el collie a nuestras necesidades y exigencias. Sin
detrimento de su personalidad o destrucción de su carácter natural.
Manejar un cachorro y atender un niño entre los humanos no guarda más
diferencia que la propia de cada especie, pero jamás debemos olvidar
que el mundo emocional en ambos discurre dentro de unos niveles que es necesario
respetar y corregir dosificadamente dentro de una inteligente progresión
ascendente. La educación del collie, por tanto, puede ser una delicia
si sabemos ser su maestro en lugar de su tirano. Nuestra impaciencia, la falta
de dominio nervioso, los imperativos desmesurados y la incomprensión,
pueden afectar negativamente su carácter y destruir el afecto que él
nos profesa.
Debe quedar lejos de nuestro programa el concepto de domar. Domar es doblegar, obligar, destruir una personalidad para plasmar otra con la fuerza y la ley del palo. Nuestra educación ha de consistir en la creación de una conciencia responsable, afectiva, inteligente y alegre en la ejecución de todos sus actos. Si durante los primeros meses hemos actuado pacientemente sobre el mundo biológico y fisiológico del perro, a partir de los ocho meses debemos actuar sobre su mente. Y solo podremos conseguir nuestros propósitos como educadores efectivos, si antes de considerarnos maestros en la enseñanza hemos procurado serlo en la prudencia.